Marina Paniagua, Yaiza Pino, Lucía Navarro, Lydia Gonzalez y Erika Carballo 4ºB
Esta película trata sobre la historia de la selección de Samoa Americana, perdió contra Australia por 31 a 0 en el mundial de fútbol del 2001. Sin embargo, ahora han contratado a un nuevo entrenador, Thomas Rongen, él junto con Samoa Americana se dispone a intentar marcar un gol.
«El peor equipo del mundo» nos recuerda desde el primer momento que se trata de una película basada en hechos reales, ya que los sucesos de la historia son muy próximos a la realidad. Un ejemplo de ello es la historia de Jaivah, un jugador transexual que formó parte del equipo de Samoa Americana.
Además de eso, la película trata de transmitir varios valores al lector cómo por ejemplo la forma de ver la vida los samoanos y el entrenador del equipo, Rogen. Por un lado, la forma de vivir y sentir la vida de los samoanos era mucho más optimista, alegre, tranquila y religiosa. Por otro lado, también muestra la actitud de su entrenador, siempre enfadado, nervioso e histérico. Esto nos enseña cómo hay una gran diferencia entre países y culturas, algo que hace apreciar mucho más a los espectadores.
Para conseguir transmitir de la forma correcta la historia de este equipo, se tuvo que estudiar a fondo hasta el último detalle de esta sociedad. Algunos de estos temas involucran el arte, sus costumbres, su forma de vestir y sitios y bailes típicos de allí. Por ese mismo motivo, la película refleja la autenticidad, el respeto por la realidad del pueblo y la cultura samoana americana.
Es una comedia muy divertida para pasar un rato en familia que nos enseña cómo lo importante en la vida y el deporte no siempre es ganar, sino luchar por lo que queremos. Nos demuestra cómo a pesar de todas las adversidades por las que tengamos que pasar, debemos levantar la cabeza y volver a intentarlo. Al fin y al cabo no debemos quedarnos con el mensaje de que Samoa Americana perdió 31-0 contra Australia, sino que luchó por meter un gol y lo consiguió. Ese es el verdadero mensaje de la película, no quedarnos hundidos en nuestras derrotas, sino levantarnos y alcanzar nuestras metas.